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Dieciséis mil años de historia en Aysén

Restos recuperados del sitio Baño Nuevo 1

La cueva de Baño Nuevo 1 se ubica al pie de un gran promontorio rocoso en el valle del río Ñirehuao, en medio de un paisaje modelado por los glaciares en las estepas de Aysén. Las excepcionales condiciones en su interior, ideales para la preservación, hacen de este sitio un verdadero almacén de información del pasado. Entre sus sedimentos se han conservado desde restos óseos de antiguos animales de la Era Glacial hasta testimonios de la vida de los cazadores-recolectores que la ocuparon a lo largo de miles de años.

Con todo, el aspecto que mayor atención de la comunidad científica ha concitado es el conjunto de 10 individuos que fueron sepultados en las entrañas de la cueva hace 10200 años. Excavados a lo largo de numerosas campañas lideradas desde 1996 por el arqueólogo Francisco Mena, corresponden a los restos humanos más tempranos de Patagonia y uno de los más antiguos de Sudamérica.

Desde 2018, todos los materiales recuperados en el sitio se encuentran depositados en el Museo Regional de Aysén. La Colección Baño Nuevo 1 reúne más de 25000 elementos arqueológicos, en su mayoría, restos óseos animales. A estos se suman los mencionados restos óseos de los 10 individuos humanos, además de artefactos líticos, cordeles trenzados, cuentas de collar, restos de moluscos y otros materiales trabajados que nos hablan de la diversidad de actividades y el conocimiento del territorio de los grupos humanos que poblaron la Patagonia Central entre 11000 y 2700 años atrás.

La vida de los primeros habitantes de la Patagonia

Un sitio arqueológico de la complejidad de Baño Nuevo 1 no resulta fácil de interpretar ya que, como muchas cuevas, fue habitado a lo largo de milenios por múltiples especies, incluidos los seres humanos. Así, para entrever los enormes cambios que ha experimentado la vida en la localidad durante los últimos 16 000 años ha sido necesario estudiar detalladamente sus capas de sedimentos y llevar a cabo numerosos análisis.

Antes de los humanos, la cueva fue ocupada por numerosas especies de animales extintos, entre los que se cuentan el milodón, el oso de las cavernas, el caballo nativo y la paleolama; algunos de estos no eran habitantes de cuevas, por lo que probablemente fueron ingresados por otros animales en calidad de presas. Los humanos entraron en escena “recién” 11000 años atrás, cuando –ya extinguidos los grandes animales de la Era Glacial– grupos de cazadores-recolectores móviles empezaron a ocupar el sitio de forma ocasional. 

Hace 10200 años, diez individuos fueron enterrados en los márgenes y fondo de la cueva. La mayor del grupo corresponde a una mujer que habría fallecido poco después de los 40 años. Le siguen dos individuos masculinos mayores de 20 años de edad y otros dos de alrededor de 15 años, a quienes se suman un niño de 1 año y medio, y cuatro recién nacidos. Con excepción de uno, todos fueron colocados contra las paredes del reparo rocoso, algo que se ha observado también en otros contextos funerarios de similar antigüedad en cuevas de Sudamérica. Los restos de estas personas muestran huellas de desarrollo muscular y trabajo físico intenso, lo que sugiere que realizaron esfuerzos permanentes. Además –al igual que muchos cazadores-recolectores–, utilizaron sus dientes como herramientas para trabajar materiales como, por ejemplo, el cuero.

Después de este evento de ocupación, la cueva continuó siendo visitada durante miles de años. Nuevos grupos de cazadores-recolectores desarrollaron allí sus actividades: asaron comida en fogatas, desecharon los huesos de sus presas e introdujeron al sitio una amplia variedad de plantas recolectadas en las inmediaciones. Consumieron guanaco, aves y hasta zorros; los restos de estos últimos fueron destinados especialmente para la elaboración de herramientas. Llama la atención que para confeccionar sus herramientas no solo emplearon rocas del entorno cercano, sino también piedras obtenidas a casi 300 kilómetros de distancia. 

Misteriosamente, la cueva fue abandonada hace 2900 años atrás. Los nuevos habitantes del valle de Ñirehuao prefirieron buscar refugio en otros lugares, dejando atrás las muchas ocupaciones de la cueva que las investigaciones han permitido revelar.

 

Descarga el artículo “Una cueva con 16 000 años de historia en Patagonia central. La Colección Baño Nuevo 1 en el Museo Regional de Aysén”, por César Méndez, Amalia Nuevo-Delaunay y Omar Reyes.