Con la resolución de las controversias limítrofes entre Chile y Argentina en 1902, el territorio de Aysén comenzó a poblarse rápidamente. El principal medio a través del cual se procuró colonizar la región fueron las grandes concesiones de tierras otorgadas a privados, quienes generalmente formaban sociedades para emprender su explotación comercial.
Un caso paradigmático es el de Luis Aguirre, quien en 1903 se adjudicó las cuencas de los ríos Mañihuales, Emperador Guillermo, Ñirehuao y Coyhaique. El territorio ofrecía un enorme potencial para la crianza de ganado, con perspectivas incluso más favorables que las que ya presentaba la actividad pecuaria en Magallanes. Para desarrollar el negocio, Aguirre se asoció al empresario Mauricio Braun –establecido desde 1874 en Punta Arenas–, con quien constituyó la Sociedad Industrial de Aysén (SIA).
Hasta entonces, para llevar mercancías a las estancias de Aysén se utilizaba el puerto atlántico de Chubut, lo que significaba a lo menos un mes y medio de viaje en la mejor temporada. En vistas del ingente movimiento de mercancías que proyectaba la SIA –cuya actividad, además de la ganadería, se extendería también a la explotación maderera y el comercio–, se hacía urgente establecer un puerto que agilizara la comunicación con el resto del país. Así fue como ese mismo año 1903 se iniciaron las obras –financiadas por la compañía– para la construcción del puerto fluvial de Aysén.
Fundación, desarrollo y colapso
El primer centro de servicios de la SIA se levantó ocho kilómetros al interior de la actual ciudad de Puerto Aysén, en un sitio bautizado como «Puerto Dunn», en honor al administrador neozelandés que dirigió las obras. Algunos años después, la localidad se trasladó a la desembocadura del río Aysén, específicamente a un paraje que los lugareños llamaban «Media Agua». Pronto el lugar pasaría a ser conocido como «El Puerto» y, finalmente, como «Puerto Aysén». Allí se instalaron las oficinas administrativas de la compañía y algunos pocos servicios.
Pasarían algunas décadas, sin embargo, antes de que Puerto Aysén comenzara su despegue. En 1928 adquirió rango oficial de ciudad, lo que trajo consigo una importante inyección de recursos estatales para la construcción de infraestructura y la instalación de servicios públicos. En este proceso, la figura del intendente Luis Marchant fue gravitante: bajo su gestión se construyó el edificio de la Intendencia, el cuartel de Carabineros, el hospital y la cárcel, se proveyó al poblado de alumbrado y equipamiento urbano, y se crearon escuelas –estas últimas, de relevancia estratégica para la “chilenización” de la zona–.
Pronto, el antiguo poblado de Media Agua se convirtió en el centro de distribución de toda la actividad pecuaria, forestal y comercial de la región. Del interior del valle llegaban el ganado y sus derivados –cuero, lana, carne, grasa–, además de madera y productos agrícolas, a los que se sumaban las mercancías provenientes de Argentina. A partir de la década de 1930, y ya con más fuerza durante la de los ’40, el puerto experimentó un creciente dinamismo, al que también contribuía el transporte de pasajeros a través de los tres operadores navieros que allí funcionaban.
Hacia 1950, sin embargo, comenzaron a levantarse voces que alertaban del progresivo embancamiento del río, fenómeno que –advertían– podría terminar impidiendo la navegación. Ello finalmente ocurrió en la década de 1960, marcando el declive de la actividad comercial que tanta bonanza había traído a la ciudad y obligando a trasladar el puerto a la bahía de Chacabuco y la capital regional a Coyhaique.
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